SI RUSKIN LEVANTARA LA CABEZA...
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John RUSKIN (1819-1900) fue uno de los grandes escritores británicos, polemista crítico de arte y reputado conferenciante de temas arquitectónicos. También fue titular de una cátedra en la universidad de OXFORD. Entre sus más de 250 obras, las más conocidas son Las siete lámparas de la arquitectura (monumental obra donde desarrolla todas sus teorías estéticas sobre la arquitectura), y Las piedras de Venecia.
Reproducimos algunas de sus más rotundas e intransigentes reflexiones acerca del tentador pecado de la restauración mimética, como forma más extendida de profanar y falsificar los monumentos y edificaciones históricas. Es un buen ejemplo de lo que probablemente pensaría sobre el "espacio barroco" que, según nuestro inefable exalcalde SETIÉN, se habría "recuperado" en el corazón de nuestra ciudad. A los estragos irreversibles en que se ha incurrido con la desastrosa gestión urbanística y económica de la actuación, hay que unirle ahora toda una serie de intervenciones que, cuando menos, son una evidente falsificación histórica. Esto es lo que RUSKIN opinaba respecto de este tipo de intervenciones que pretenden una suerte de rehabilitación mimética en los viejos edificios históricos:
"El verdadero sentido de la palabra restauración no lo comprende ni el público ni los que tienen el cuidado de velar por nuestros monumentos. Significa la más completa destrucción que pueda sufrir un edificio, destrucción que se acompaña de una falsa restitución del monumento destruido. Lo que constituye la vida del edificio, el alma que solo pueden dar los brazos y los ojos del artífice, no se pueden recuperar nunca, Otra época podría darle otra alma, pero esto sería un nuevo edificio. En cuanto a la pura imitación absoluta, es materialmente imposible. El primer resultado de una restauración es el reducir a la nada el trabajo antiguo. El segundo, el de presentar la copia más vil, o cuando más, por cuidada y trabajada que esté, una imitación fría.
No hablemos pues de restauración. La cosa en sí, no es, en suma, más que un engaño. Destruid el edificio, arrojad sus piedras a los rincones más apartados, y rehacedlo de mortero a vuestro gusto. Pero hacedlo honradamente, no lo reemplacéis por una mentira."
(CONTINUARÁ) |
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