CORREN MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA SEÑOR HONTECILLAS
Alberto Hontecillas, hasta hace unos días coordinador de Ciudadanos en San Fernando de Henares y miembro del órgano ejecutivo de Madrid, nos deleita tocando el violín como si no estuviera pasando nada en su partido, ajeno al ruido y la furia desatada por una tormentosa crisis irremediable. Es propenso el vicealcalde Hontecillas a aplicarse el efecto placebo y con indisimulada tendencia a emular los consejos de autoayuda de J. Bucay, como puede verse por sus mensajes almibarados en medio de la lucha fraticida desatada en su formación.
Cuando apenas había apagado el fuego con la huida de la concejala de Industria al grupo de no adscritos sin haber esclarecido la razón de la espantada, ahora difumina el devastador incendio de su partido a todos los niveles, al son de una melodía equidistante cuando la situación requiere justamente lo contrario: definirse dónde está y para qué lado quiere que su partido (o lo que quede de él) se oriente y, sobre todo, con quién está.
Porque, sinceramente, no son momentos para tocar el violín mientras el barco se hunde irremediablemente, y porque no corren tiempos (políticos) tampoco ya para vivir del cuento de ponerle una vela a Dios y otra al diablo. Y los tiempos políticos no están tampoco para aparentar discursos de unidad que no son veraces porque, entre otras cosas, ya es tarde para simulaciones que solo presagian tacticismo y cálculo a la espera de ver hacia qué lado se escora el barco, con la quimera de buscar el centro equidistante de todos en medio de una guerra de banderías declarada que no parece que vaya a hacer prisioneros.
EL PIANISTA DEL TITANIC
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Cuentan que Hilda Slater, una de las pocas supervivientes del hundimiento del Titanic en 1912, todo lo que recordaba de su angustiosa situación vivida en la catástrofe y que narró a un periódico local apenas veinticuatro horas de ser rescatada con vida en medio del dantesco hundimiento en plena mar, tras chocar contra un gigantesco iceberg a la deriva, es que la orquesta del lujoso trasatlántico que llevaba el nombre de su director y pianista Wallace Hartley Band, tocó sin parar hasta que las heladas aguas del océano Atlántico norte se tragó a la mayoría de sus pasajeros.
La orquesta, con su pianista al frente, tocaba sin cesar a medida que el barco iba sumergiéndose irremediablemente hasta la fosa de 3.800 metros de profundidad. Y el pianista aporreaba el piano frenéticamente y tocó y tocó sin parar como un poseso como si nada estuviera pasando, ensimismado y contagiado por la música sincopada tal que un enajenado convencido de que la catástrofe, no era más que un contagioso pánico colectivo que había que conjurar a golpe de melodías. Y que, los vaivenes del barco que se hundía, solo eran pequeños arrullos de las olas sorprendidas por la invencible armadura del trasatlántico más arrogante que jamás había construido el hombre.
Y así perecieron casi todos los viajeros (2.223 de los cuales solo se salvaron 706), a ritmo del foxtrot de una orquesta que se quedó sin público en medio del pánico general pero que no quiso darse por enterada.
No quisieron los músicos enterarse del hundimiento irremediable del crucero, y mucho menos de que solo estaban tocando para ellos mismos porque el resto del pasaje hacía tiempo que, o se había arrojado al agua o simplemente iban pereciendo irremisiblemente, mientras los enloquecidos miembros de la orquesta con su pianista al frente, dejaron por fin de emitir notas en medio de la tenebrosa engullida de la masa de agua que lo anegaba todo.
Desde entonces, se utiliza esta metáfora del pianista del Titanic para representar y describir las situaciones en las que, cuando todo el mundo ha comenzado a gritar sálvese quien pueda y las mujeres, los niños y los ancianos primero, el director del evento sigue tocando el piano como si nada hubiera pasado, en un esfuerzo inútil por tratar de que el susurro de las notas musicales consigan traer el sosiego y la normalidad, a pesar de la evidencia de que el agua ya les ha llegado a todos al cuello.
Es decir, se trata del personaje entre sorprendido, despistado y bloqueado que, ante la evidencia del desplome de todo, ha decidido no darse por enterado con la esperanza de que en medio del pánico, vuelva la calma simplemente simulando una tranquilidad suicida ante lo que es un impacto seguro contra el muro de una realidad que se niega a reconocer.
El partido Ciudadanos, ya muy maltrecho tras las elecciones de octubre de 2019, con su nueva e inexperta dirección nacional al frente, decidió dar un golpe de mano en Murcia con la pretensión de agradar al PSOE de Sánchez, y acabó desestabilizando Madrid y casi todo el tablero autonómico con mociones de censura en ciernes y cambios y giros que más bien parecen saltos en el vacío o manotazos de ahogado. Porque el resultado, de momento, son elecciones en Madrid el próximo 4 de mayo, la moción fracasada de Murcia, y el partido totalmente cuarteado con deserciones sonadas y abandonos dolorosos.
Por lo que respecta a Ciudadanos en San Fernando de Henares, un partido que irrumpió con un buen resultado en las generales de abril de 2019, y que repitió en las autonómicas y municipales del mismo año, acabó sin embargo estrepitosamente en las elecciones de octubre de 2019, evidenciando que, tanto en la Comunidad de Madrid como en el Ayuntamiento, viene viviendo con un buen puñado de votos prestados. Y ahora, con la convocatoria de elecciones en la Comunidad, ha llegado el momento de comprobar si sigue vivo y tiene laguna esperanza, o simplemente vamos a asistir a su funeral.
Ciudadanos fue un artefacto político nacido en Cataluña fundado por personalidades que provenían del socialismo catalán, ideado para afrentar al PSC en manos entonces de nacionalistas esquinados. Pero que, sin embargo, murió de éxito a nivel del Estado en la primavera de 2019 aupado también por sus resultados en Cataluña donde ganó en 2017. Y ahora, en esa comunidad donde nació y triunfó, ha quedado recudido a la irrelevancia por errores propios y ajenos.
Aquí tenemos un cuadro de la evolución del voto de Ciudadanos en San Fernando de Henares desde abril de 2019 (elecciones generales, hasta octubre del mismo año pasando por las municipales y autonómicas de mayo también de 2019), en una comparativa con los votos del PP también en San Fernando, y que revelan que, en muy buena parte, esos votos provienen precisamente del PP en anteriores convocatorias. Secuencia que, con ligeras variantes, se ha reproducido en casi todos los municipios del Corredor del Henares salvo en Torrejón de Ardoz, plaza en la que el PP y sobre todo su alcalde, consigue retener buena parte del voto de las municipales.
LA IMPOSIBLE CUADRATURA DEL CÍRCULO