AVISO A NAVEGANTES
(Los problemas siguen...e incluso pueden crecer)
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La famosa ley de Murphy y su correlato de que todo es susceptible de empeorar, es perfectamente aplicable al caso plaza de España. Celebradas las elecciones y manifestado el pueblo, el resultado así a bote pronto no es otra cosa que un formidable lío. De modo que, salvo milagrosa intervención de alguien, la que se avecina no puede sino sembrar de dudas con visos de que el próximo sea un mandato no ya perdido que seguramente sería lo mejor que podía pasarnos, sino devastador por tantas y tantas razones que se perciben.
En efecto, no hay ninguna razón para suponer que lo que no supieron afrontar tres partidos en el mandato anterior que al menos son bien conocedores de la gestión municipal, vayan a solucionarlo ahora cinco desparramados en un pleno plagado de concejales neófitos, que para adoptar y aprobar cualquier acuerdo necesitarán siempre el concurso de al menos otros dos. Y si la anterior legislatura fue la campeona en cientos de mociones inútiles que pretendían sustituir la inacción por proclamas vaporosas, esperen a ver esta que se avecina.
LA PELIGROSA PIEZA DEL CONCURSO CULPABLE
Y mientras se celebraba la campaña y votábamos, el Juzgado 6 de lo Mercantil abría la caja de los truenos de la temida Sección Sexta del concurso de acreedores de PLAZA DE ESPAÑA SAN FERNANDO SL, que consiste en declarar si el concurso voluntario de acreedores ha sido fortuito o por el contrario culpable. Es pues la hora de la verdad. El momento en el que los responsables municipales, los gestores y por supuesto el propio Ayuntamiento, se lo juegan todo en un juicio mercantil frente a los acreedores. Y si, como parece, fuera declarado concurso culpable y con ello condenado el Ayuntamiento como accionista dominante además de los administradores, entonces echémonos a temblar porque el palo en forma de reclamaciones económicas a la corporación puede dar con la ruina municipal, pagadera con nuestros bolsillos exhaustos ya.
Mientras tanto y mientras los problemas crecen y se complican, el personal y los partidos elegidos parecen no querer darse por enterados. Primero la campaña, que ha puesto de manifiesto demasiado amateurismo y muy poca consistencia en quienes, al parecer, conseguirán la alcaldía con el voto filibustero y vengativo de los de antes. Luego las fiestas, ese bálsamo enajenado que todo lo cura en nuestro páramo político y ciudadano. Y, finalmente, las negociaciones; la hora de la verdad. La hora del chalaneo y de retratarse y elegir.
Y aquí hay noticias inquietantes. Así, parece que los perdedores son ganadores, los ganadores perdedores, y finalmente todos perderemos porque ya se ha instalado entre los grupos elegidos la idea de que la decisión a tomar no es la que más convenga al pueblo y su gobernabilidad, sino la que mejor cuadre al partido en su oportunista coyuntura política poco o nada generosa. Así pues y si nadie introduce algo de raciocinio (esperemos que de aquí al sábado se haga el milagro), tendremos ocasión de comprobar, como la célebre ley de Murphy, que si algo salió mal en el mandato pasado, el que viene es susceptible de dejarlo pequeño. Al fin y al cabo a estas alturas ya todos sabemos que la tostada siempre caerá del lado de la mantequilla. Es decir, del nuestro.
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