lunes, 23 de enero de 2017

LA PLAZA DE LA MEMORIA VINCULANTE


O LO QUE DEBERÍA DE SER UNA INICIATIVA CIUDADANA
(NO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS)
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En el barrio madrileño de Orcasitas hay una plaza a la que le pusieron el estrafalario nombre a finales de los años setenta de la Plaza de la Memoria Vinculante. Pocas personas conocen en realidad la razón de tan extraña nominación ni, desde luego, su significado. Sin embargo, para los que tienen memoria y algún respeto por las causas ciudadanas (a veces quijotescas, pero causas justas al fin y al cabo), llevadas a cabo con entusiasmo por personas anónimas y sin rutilantes cargos oficiales, el nombre de esta plaza en Orcasitas es evocador de un tiempo periclitado pero heroico en muchos aspectos, cual es el activo y beligerante movimiento vecinal madrileño de aquellos lejanos años.

Porque la plaza a la que pusieron ese extraño nombre de Memoria Vinculante en Orcasitas, es en realidad un homenaje a una insistente lucha vecinal contra la mostrenca actitud de una administración municipal (año 1971) no democrática, y la voracidad especulativa de aquellos años también que no respetaba ni los planes de urbanismo ni tampoco la necesidad de los espacios públicos y su utilidad en zonas colmatadas y levantadas al calor de aluvión de la inmigración. Y, sobre todo, es un homenaje a una resolución judicial del Tribunal Supremo ya en 1977, que ratificaba una sentencia de la Audiencia Nocional que por primera vez hacía extensivo el carácter vinculante de las Memorias de los planes urbanísticos y, por lo mismo, obligando a que su contenido formara parte de las obligaciones de las ordenanzas de los planes. De esta forma, los vecinos de Orcasitas consiguieron una gran victoria mediante una sentencia histórica que acordó el Tribunal Supremo. Y con ello, librar un espacio público como era aquella plaza del barrio de perecer a manos de promotoras y constructoras. Y es que, ciertamente, la referencia a aquella plaza solo estaba recogida en la memoria del Plan Parcial pero no en sus ordenanzas. El Tribunal Supremo hizo pues con su histórica resolución un gran servicio no solo fijando su posición doctrinal sobre un asunto que luego serviría ya para interpretar todos los sucesivos planes de urbanismo, sino sobre todo para todo el barrio de Orcasitas que veía así premiada su larga lucha en pos de la obtención para el barrio de un espacio libre en forma de gran plaza, y para el disfrute y servicio de todos los ciudadanos de la barriada. A la inauguración de la plaza acudieron entonces todos los magistrados de la sala del Tribunal Supremo que dictaron aquella sentencia, invitados por los agradecidos vecinos.

No es que la lucha por recuperar nuestra plaza de España haya sido un ejemplo de unidad y de empeño común. Más bien todo lo contrario. Empezando desde luego por la división y el enfrentamiento de los grupos municipales, la desidia o el desinterés del tejido asociativo local, e incluso la perplejidad de buena parte de la población. Pero en todo caso el objetivo se ha conseguido y, con independencia de la evolución futura del caso, no estaría mal que alguien, alguna asociación si es posible y al margen de los partidos políticos, iniciara una campaña para si no levantar una plaza a la Memoria Vinculante, al menos levantar una pequeño monolito en homenaje al Auto del 12 de enero dictado por el Juzgado 5 de Coslada, que no solo ha devuelto la plaza de España a su legítimo dueño: el pueblo de San Fernando, sino que también le ha devuelto su propia dignidad colectiva. 

Así pues, y ya que no han estado precisamente a la altura de las circunstancias a lo largo de todos estos nueve años en que nuestro patrimonio histórico fue usurpado, al menos deberían de tener el pequeño y elegante gesto de conmemorar ese Auto promoviendo un campaña para levantar aunque sea un modesto monolito, que lo conmemore y recuerde a las generaciones venideras. Y que sepan pues que hubo un tiempo en que nuestra más emblemática plaza no pertenecía al pueblo y que incluso estuvo a punto de ser adjudicada a un fondo buitre. Sería deseable pues que la conciencia ciudadana espontánea (al margen de los partidos políticos), se alzara por una vez y reaccionara con ejemplaridad y civismo, promoviendo un pequeño homenaje a ese Auto que, por muchas razones, es histórico también.

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