viernes, 21 de noviembre de 2014

UNA SOCIEDAD PERFECTA

YA EL INEFABLE (Y CORRUPTO) JESÚS GIL DESCUBRIÓ EL INTERÉS DE LOS MANIPULADORES DE LAS TELEVISIONES POR EL FENÓMENO DEL POPULISMO DEMAGÓGICO, COMO ESPECTÁCULO Y FUENTE SEGURA DE INGRESOS. EN ESTOS TIEMPOS QUE CORREN LE HAN SURGIDO UNA LEGIÓN DE IMITADORES ALIMENTADOS POR UNOS CANALES TELEVISIVOS QUE PARADÓJICAMENTE SON HIJOS DE LA COMISIÓN DE DEFENSA DE LA COMPETENCIA.

AVISO A NAVEGANTES

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MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA

Ciertamente corren malos tiempos para la lírica, es decir para los viejos rockeros políticos en activo. Los de la casta bipartidista, como gustan decir despectivamente los neo catecúmenos de la nueva política que se avizora. Y es que, abrumados por sus propios errores, se hallan al borde del abismo porque barruntan que una multitud de ciudadanos iracundos se propone fusilarlos al amanecer convencidos de que son los culpables de sus desdichas y calamidades.

Esa idea justiciera es enarbolada por un puñado de oportunistas como si fuera un anhelo colectivo que ha prendido y que tiene sus oficiantes. Con su presencia incesante en los medios televisivos (sobre todo en las otras marcas de las grandes cadenas que gobiernan y ordeñan italianos tan sospechosos como Berlusconi), no dejan de ser un empacho o una borrachera (según se mire) de demagogia barata, populismo sin cuento, y de predicadores de toda laya y condición que se disponen a pescar en las turbulentas aguas de la crisis y otras desesperaciones.

No ha generado nuestra sociedad (no sabe hacerlo desde hace siglos) un cuerpo social laborioso y cabal, sufrido pero emprendedor y honesto, dispuesto a levantar el país de la grave postración en que se encuentra, no. Aquí somos más bien propensos a reproducir con fruición vengativos personajes dispuestos a levantar guillotinas y pasar por la piedra (o por el pilón según las latitudes), a todo bicho viviente que ocupe un cargo político y asome sobre él la más leve acusación de haber dilapidado algún céntimo público, sin esperar explicación alguna. Primero se les fusila y luego se pregunta si llega el caso. Y eso en este país nuestro donde tanto abunda y se admira al trincón de subvenciones, o se aplaude al defraudador fiscal de turno sobre todo si es un futbolista famoso.

Es todo un espectáculo ver cómo con juicios sumarísimos se expulsa a cualquier militante de segunda o tercera fila, pero se cuida con exquisito trato si el imputado es un responsable (o dos, como en Andalucía) de la élite dirigente (sobre todo si ha sido tesorero de la cosa). 

Exasperados y desconcertados, los responsables de los partidos políticos se apresuran a echar del partido a todo sospechoso sin preguntar. O hacen alardes ridículos con concesiones al tendido (llamadas a presentadores de la telebasura o genuflexiones al egocéntrico comunicador del chester y otras hierbas), con tal de hacerse merecedores del afecto de los desafectos. Son estos los tiempos en los que la política (y particularmente sus dirigentes en general), han caído más bajo precisamente porque han perdido su propia dignidad al aceptar tener tan mala opinión de sí mismos, como lo tiene de ellos la propia sociedad. No saben pues cómo adular más al personal, como si éste fuera todo él trigo limpísimo en el que mirarse.

Y no solo han caído estos dirigentes políticos en la flagelante complacencia de sus debeladores sociales y mediáticos, sino que barruntando que pueden ser inmolados en la quema de la próxima tierra calcinada, han acabado por interiorizar que efectivamente son basura de sí mismos; un detritus maloliente del sistema y carne por tanto de merecedores azotes y del escarnio público. Han tocado fondo pues al aceptar que son, efectivamente, lo que la gente piensa que son.

En esta tarea de autodestrucción suicida tienen algunos cuantos dedos acusadores y fiscales telegénicos, que no cesan en tertulias televisivas (esos trasuntos de los patios de vecindad), en los que aparecen personajes de forma recurrente sin que nadie sepa quién los ha elegido y el porqué. Son desde luego linchadores convertidos en victimarios acusadores de los políticos de la casta. ¡Qué diría Unamuno si levantase la cabeza a propósito precisamente de su famosa recopilación En torno al casticismo!. 

Veamos pues algunos de estos personajes, auténticas excrecencias televisivas de esta nuestra sociedad tan perfecta ella.

LA MONJA ALFÉREZ

Esta monja de lenguaje peronista y montonero de Tucumán (Argentina) trasplantada al Ampurdán catalán, se proclama mílite de una orden religiosa contemplativa y al mismo tiempo independentista. También es seguidora culé y tuitera de pro que utiliza mayormente para insultar árbitros y martirizar madridistas. Pocas cosas más venerables y conmovedoras para las almas cándidas españolas (esos ectoplasmas cosméticos en los que creen mojigatos y beatas), que la sotana de un cura o los hábitos de una monja para concederle un halo de esotérica trascendencia. 

Y fustiga con la misma soberbia que un obispo exhalando aguardiente en llamas o un papa levitando en éxtasis sobre la silla gestatoria. Solo que ella predica desde los púlpitos de la TDT con un odio irreverente por los gobernantes de derechas que nos gobiernan, para solaz regocijo de tertulianos gauchistas y ateos, o cuando menos agnósticos. Es como la Hebe de Bonafini de la orden dominica pero con toca en lugar de pañuelo. Se hace seguir por las mismas cadenas de televisión que los otros, porque conectar en prime time con ella es asegurarse varios escupitajos antigubernamentales y un subidón de la audiencia amortizada ya y ganada para la causa del convento (entiéndase, para hacer caja publicitaria).

Milita pues en una orden monacal según cuentan de claustro y rezo, y por lo tanto en una sectaria congregación de supercherías y liturgias milagreras. Exclama improperios a la derechona con desbordada ira poseída para regocijo de los enemigos de ideología. Ella, que es gregaria de una iglesia que nos cuesta un ojo de la cara, a la que sostenemos con nuestro sudor desde que el mundo se dejó domeñar por la superstición, y que en otros tiempos quemaba herejes y bendecía tiranos. Su coartada no obstante son los pobres, mientras apoya el independentismo de los ricos. Es la banalidad de las dos cosas que exhibe: la religión y la política. En la seguridad de que para ella ambas cosas son casi lo mismo, incluso en su liturgia. Solo que ahora grita y agrede desde los púlpitos catódicos. 

Como es muy probable que acabe en el cielo ahora que tiene enchufe con su jefe de la cosa y paisano argentino como ella, es una razón más para no perderse por allí no vaya a ser que haya que aguantarla toda una eternidad.

EL CAZURRO PASIEGO

Experto en anchoas que luego regalaba cual presente a Zapatero el contador de nubes, tras un paseo de ida y vuelta en taxi para ir del aeropuerto a La Moncloa, tuvo el honor de presidir una comunidad sin ganar las elecciones. Algo que solo está al alcance de los espíritus más genuinamente democráticos, mejor dicho, hiperdemocráticos. Es un fundamentalista sin fundamento, cofrade también de esa cohorte de turiferarios de la sexta (no sabemos por qué los maledicentes la llaman la secta) o la cuarta. 

Cuentan las malas lenguas que hizo sus primeros pinitos políticos en los aledaños ideológicos del franquismo o de la falange, o al menos del sindicato vertical. Ya apuntaba maneras pues, como tantos demócratas de urgencia reconvertidos ahora en agoreros del devenir y arúspices del pasado. 

Escribe libros inaguantables plagados de lugares comunes, que asegura le compran aunque es difícil comprobar que los lean.  Y está convencido de que entiende de economía y lo siguen con asombro los del club de Bildelberg y los asambleístas de Davos. Y como se cree más listo de lo que en realidad es,  acabará siendo enaltecido por sus seguidores poco exigentes con el rigor, todo hay que decirlo, en la seguridad de que están en presencia de un providencial inventor del crecepelo para alopécicos.

Lo mismo le hace la pelota al rey (padre) que vapulea a la Merkel (si nos atenemos a las portadas de sus libros), por obra de la cachazuda palabrería de un pasiego formado en la universidad de la Pata la Llana tan del gusto del personal ignaro. Es en fin como el Gil de Cantabría pero más enjuto, con bigote y sin su fuerza bruta. También parece que se dejó engañar por un hindú cuando se presentó cual falso millonario para salvar al club de fútbol Santander, dejando atrapados varios millones del erario público que se desvanecieron para siempre sin que se haya preocupado en reponerlos. Él, que tantas lecciones de buen gobierno nos da.

Es en fin, otra excrecencia más de esta sociedad nuestra tan perfecta.

EL JUEZ AJUSTICIADO

Dicen que su raro nombre proviene del griego y tiene por significado el que nunca pierde la esperanza y la fe. Mal asunto para un empecinado regeneracionista al que no han entendido ni siquiera los propios. 

A este juez ajusticiado por los suyos por pevaricar, le ha sobrevenido un ataque de insolente falta de fe en ellos, es decir, en el sistema judicial, justo después de probar su propia medicina. Es algo muy común entre todos estos jueces prevaricadores (casi todos de instrucción), que caen en la cuenta de que no creen en la justicia justo cuando se la aplican a ellos. Luego hacen el recorrido por la política, que es como todo el mundo sabe, un campo difícil donde para triunfar hay que presentarse a unas elecciones y ganarlas. Lo cual en algunos casos no es que sea duro, es que es imposible. Pero siempre les queda el consuelo de culpar al sistema, esa vaporosa logomaquia en la que se pierden para justificar no se sabe bien qué oscura confabulación contra ellos. 

Y este juez improvisó un partido para blindarse de la que se le avecinaba tras el burladero de aforado, plagió el programa de otro, presentóse y no fue nada. Es decir, le condenaron al quedarse sin aforamiento por varios puñados de votos del escaño salvífico. Pero mientras tanto se exhibió por los platós de las teles, las mismas teles de los mismos mangantes, perdón, queremos decir magnates, haciéndose la víctima del "sistema" por haber encerrado a un banquero al parecer corrupto. Fácil con el gatillo de la prisión preventiva como venganza y pena anticipada; hizo durante un tiempo las delicias morbosas de los presentadores de los programas de agitación y propaganda, proclamándolo el vengador justiciero de preferentistas y otros hipotecados del sistema financiero. E incluso propalaron que este juez era un héroe inmolado por haber tenido la osadía de encerrar por reincidente partida doble a un banquero caído en desgracia, y por lo mismo destinatario del mejor deporte patrio: a moro muerto, gran lanzada.

Es el más ilustrado de todos estos ejemplares sin duda, y por ello el más incomprendido por una sociedad perfecta y sedienta de sangre, pero que no obstante ya no le sirve. Clama en el desierto por una regeneración aristocrática que habrían de heredar solo los que, como él y pocos más, conservan la virginidad de no estar contaminados. Él, que tiene una condena inhabilitante de casi dieciocho años. Y vocifera que de los que están en activo, los políticos de la casta del bipartidismo se entiende, serán todos arrojados al infierno y sucedidos por un puñado de justos emanados, como él y por ensalmo, de una sociedad toda ella tan perfecta.

CODA

Este blog no tenía especial vocación por hacer incursiones más allá de la política local, y más concretamente de la política local cultural y medioambiental. Y así desea seguir. Pero ya que parece que en pocos meses nos precipitaremos hacia el abismo del suicidio colectivo, mejor será dejar constancia de la advertencia.

(PRÓXIMA ENTREGA)

...Y EN ESTO LLEGÓ PODEMOS

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