EL PINCHAZO DE LA BURBUJA
***
Justo cuando Caja Madrid concedía las primeras hipotecas a la mercantil PLAZA DE ESPAÑA SAN FERNANDO SL para la actuación urbanística en la UE-1, supendía pagos LEHMAN BROTHERS, uno de los mayores bancos de inversión americano. Los americanos tienen para estos casos una palabra más explítica y lo llaman directamente bankruptcy. Es decir, bancarrota. Más o menos en la misma situación en que está hace mucho tiempo la mercantil mixta que preside el alcalde, solo que aún no se ha enterado.
Para cuando todo esto sucedía en el año 2008, los mercados financieros internacionales ya llevaban más de un año provocando quiebras y hundimientos. El origen de todo este cataclismo de las finanzas mundiales hay que localizarlo precisamente en EE.UU., y muy particularmente en los bancos de inversión, grandes tomadores de ahorros de todo el mundo para dirigirlos hacia un activo financiero muy solicitado: los activos hipotecarios ligados a bienes inmuebles, especialmente viviendas. Una suerte de refugio especulativo seguro al calor de los bajos tipos de interés y del exceso de liquidez que conoció una enorme expansión entre los años 2001 a 2007.
Pero la subida de los tipos y las operaciones de titulación de las denominadas hipotecas subprime (hipotecas concedidas a prestatarios insolventes), provocó una brusca subida de los índices de morosidad y con ello la quiebra de las más grandes corporaciones hipotecarias estadounidenses. LEHMAN BROTHERS no fue rescatado por el gobierno americano, y quebró dejando una descomunal lista de deudores colgados con un pasivo de más de 430.000 millones de euros.
Entre los acreedores que dejó el gigante americano quebrado estaban un buen número de entidades financieras europeas. De Alemania, Francia, Inglaterra, Holanda, etc. Pero ¿qué pasaba en medio de toda esta tempestad con la banca española? Las autoridades españolas se esforzaban por no alarmar más de la cuenta, afirmando que nuestra banca era segura. En realidad mentían como bellacos. Lo que le pasaba a la banca española es que no era banca acreedora de la americana ni mucho menos, sino deudora de la banca europea fundamentalmente. Por esa razón, cuando los bancos europeos tuvieron que ser nacionalizados por las pérdidas de sus inversiones y préstamos a la banca americana, inmediatamente se cerró el mercado interbancario para la banca española, pues no podían acceder a financiación en esas condiciones y mucho menos para operaciones inmobiliarias.
En medio de toda la tormenta, eran las cajas de ahorros las que menos podían financiarse en aquellos momentos, permaneciendo atrapadas entre las quiebras de las promotoras inmobiliarias con miles de millones enterrados en proyectos inmobiliarios sobrevalorados, y provocando con ello la práctica desaparición del sector que en los últimos diez años había sido destinatario de casi todo el brutal endeudamiento a que se habían entregado familias y empresas españolas. Eso y la falta de liquidez con la consiguiente descapitalización. Cerrado pues el mercado intebancario por la desconfianza de los bancos internancionales, recelosos de que escondieran en sus balances ingentes paquetes de activos tóxicos (activos hipotecarios), y necesitadas de capitalización, se vieron obligadas de forma urgente y perentoria a capitalizarse. Y para ello acudieron a los depositantes mediante una fórmula engañosa: las preferentes. Una inversión trampa con la que los bancos consiguieron salvar la cara al menos de momento, aun a costa de encadenar para siempre los ahorros de muchos depositantes confiados.
Este era el dramático panorama financiero entre 2007 y 2008, cuando Caja Madrid y la entidad mercantil mixta PLAZA DE ESPAÑA SAN FERNANDO SL formalizaban sus primeras hipotecas, ajenos totalmente a lo que sucedía en el mundo.
EL CASO PLAZA DE ESPAÑA
***
Hay muchos casos (hoy verdaderas ruinas) que son ejemplos de los estragos de aquella fiebre del oro que nadie (ningún responsable politico) quiso pinchar antes de lo de LEHMAN BROTHERS. Uno de esos ejemplos nos ha llegado en forma de complejos desahuciados, porque los compradores finales, los paganos de siempre, no pueden comprar esos inmuebles porque actualmente no hay un solo banco que les dé un préstamo. En un país donde el 62 % de la población declara cobrar salarios de 1.000 euros, es inaudito que haya habido préstamos hipotecarios para comprar casas con un precio medio de más de 300.000 euros.
Pues bien, si hay un paradigma encarnado en unas edificaciones hoy emblema de esa época febril de especulación inmobiliaria en nuestro municipio, es el caso de Plaza de España. Lo paradójico de todo esto es que en esa operación ha participado el Ayuntamiento, y la sociedad mediante la cual se ha intentado ejecutar la actuación, tiene por presidente a un militante del PCE. Quien por cierto ahora está tratando de salvar (es un decir) la sociedad quebrada, pero repartiendo las pérdidas entre todos. Si lo consiguiera, en las escuelas de negocios lo van a poner como ejemplo de gestor del capitalismo puro.
Esta sociedad no solo está ahora mismo en concurso de acreedores, sino que en realidad se halla en plena clandestinidad. Sabemos que han nombrado un nuevo consejo de administración e incluso que la sociedad tiene ahora una nueva consejera delegada. Es concejal al igual que el anterior, si bien su hazaña pública más conocida es la de haber dado positivo en un control de alcoholemia. Y si el consejo de administración es clandestino porque no han sido publicados sus nombramientos, qué decir de sus balances. No hay cuentas aprobadas, y ni siquiera están publicadas las de 2009, 2010 y 2011. Es muy lamentable comprobar que, en realidad, la situación concursal es un parapeto tras el cual se impide a los acreedores reaccionar, y que puede alargarse de modo interminable una situación que solo tiene una salida: la disolución por quiebra tal y como ocurrió con LEHMAN BROTHERS.
Los gestores municipales y los de Caja Madrid entre 2008 y 2009, que pusieron en marcha esta operación de forma irresponsable, no quisieron enterarse de que las operaciones inmobiliarias como la que pretendían acometer en la UE-1 de la plaza de España, eran ya por entonces de altísimo riesgo y mucho más tal y como estaba diseñada. Ahora todo el riesgo pretenden endosarlo a los contratistas y proveedores. El alcalde, como presidente de la sociedad, sucuestrado por la ilusa profecía que acompaña a todo visionario, pretende creerse y hacernos creer que es posible salvar a esta sociedad mercantil que preside aplicando solo buenas sobredosis de voluntarismo, cuando en realidad lo que hace falta es encontrar un mirlo blanco que ponga los más de 46 millones de euros de liquidez inmediata que se necesitan, para cumplir sus compromisos más acuciantes.
Pero los tiempos de esos mirlos ya pasaron, y sería muy de agradecer que alguien sensato del equipo de gobierno hiciera un ejercicio de realismo y que se acuerde lo inevitable: su disolución por quiebra necesaria. El mismo destino que el de LEHMAN BROTHERS, el origen, malgré lui, del pinchazo del boom especulativo financiero inmobiliario del que el caso Plaza de España es un ejemplo digno de estudio académico.
Cabalga pues nuestro alcalde sobre los restos del naufragio del capitalismo financiero especulativo más atroz, pero ahora ya con la única esperanza de hallar el milagro con el que rematar la operación al más puro estilo de un broker de Wall Street: endosarle las pérdias a alguien. Preferiblemente su deseo sería municipalizarlas. Es decir, titulizar los particulares activos tóxicos de la sociedad mixta que preside para adjudicárnoslos, a través del Ayuntamiento, a todos nosotros.